10 octubre 2006

TLEINTA, NI PA TI NI PA MÍ

Una de denuncia social.

Siempre me ha sorprendido encontrarme en el DIA con los comerciantes chinos de mi barrio. Llenan el carrito del supermercado con botellas de refreso de dos litros, latas de bebida y decenas de kilos de azúcar, pasan sus cupones descuento y pagan al contado sin pedir factura ni nada. Yo pensaba que esta gente iba a los cash & carry de las afueras, o a los proveedores oficiales, pero no les debe de salir mal el negocio si luego tampoco lo revenden carísimo en sus tiendas.


Hoy. Martes. 14:32. Entro en un establecimiento de alimentación regentado por ciudadanos asiáticos (aseguraría que chinos, pero vete a saber). Al fondo del local (justo donde tengo que ir yo) se encuentra una mujer, su marido y su hijo. Aseguraría que son rumanos (pero vete a saber). Ella está en cuclillas, en el suelo tiene abierta una mochila de la que va sacando varios blíster de paquetes de chicles, pilas alcalinas, embutido envasado, paté... y se los va dando a un joven de la tienda que le va diciendo cuánto le da por cada cosa. El marido da el visto bueno con la mirada a la transacción mientras la madre le da un guantazo al niño por estar incordiando. Recuerdo: dos y media de la tarde, tienda llena.

Como no creo que la situación sea que esa familia ha tenido un traspiés económico, ha vaciado la nevera en la mochila y, tras coger unos paquetes de chicles y pilas que tenían en un cajón, se lo han llevado a los tenderos de ojos rasgados para, con gran dolor, vendérselo, como no creo que sea eso, he de pensar que le estaba vendiendo mercancía robada.

Lo hiriente del asunto es que yo había entrado a la tienda con una bolsa de otro sitio, iba cogiendo productos de las estanterías y los llevaba en la mano. Al verme, el joven encargado dejó la compraventa con la mujer y se dedicó a estar a mi lado, mirando fijamente mis movimientos con la bolsa, hasta que me acerqué a la caja para pagar. Entonces vi cómo volvía a regatearle a la mujer de la mortadela robada.

No hay bazar chino que no tenga cámara de vigilancia y es muy normal que en las grandes tiendas haya jóvenes sólo dedicados a andar por los pasillos viendo que nadie se lleva nada. Piensa el ladrón que todos son de su condición...

Yo estaba acostumbrado a que en cuanto pongo el pie en El Corte Inglés, la Fnac o Zara, me estén mirando o incluso me sigan, pero que un chino que está comprando chicles robados me vigile por si me meto en la bolsa de la perfumería un paquete de queso para gratinar, me parece el colmo de la humillación.

"Saigón... Mierda." Capitán Benjamin L. Willard (Martin Sheen) en Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y quisiera yo saber...¿Por qué le siguen a ud en ECI, ZAra y FNAC? Asique cometiendo delitos y sin compartir las ganancias... muy mal muy mal muy mal;) Un besote!!-Ü-

Anónimo dijo...

Lo que nos queda por ver...
Lo penoso de todo esto que cuentas es que falta un Harry el sucio, si señor, falta que Harry ponga orden donde no lo hay.
Pero estos valores, que Clint intentó hacer ver a la Humanidad, se han perdido. No existe una policía eficaz que frene a la indomable "extranjería" que campa a sus anchas ante la pasividad ciudadana.
Eso es lo que hay, y mientras la gente pase de todo...
Esto me recuerda a una peli (muy chunga) que protagonizaba Arnold Suazrbegdftgefevger, viene un tio del pasado a New York, y se encuentra campando a sus anchas haciendo el malo, la gente pasa de todo. Eso, que parece de peli, pasa hoy en día, en todos lados. Triste situación.
El problema son las libertdes mal entendidas. Y el hecho de que no hay carceles para todos.
Mira sino al CACHULI, que se ha estado riendo de todos durante un año, y sigue sin devolver los 600.000 millones de pelas que tangó.
Que ascazo de sociedad!!