14 junio 2006

SELECCIÓNAME AUNQUE ME DUELA


Está claro que Madrid es un crisol de culturas. Prueba irrefutable de ello es que estos días oigo gritos, suspiros e insultos a todas horas. Con esto del mundial de fútbol da igual que juegue Brasil, Costa Rica, Ecuador o Martinica, todas las tardes me sobresaltan hinchadas anti siesta.

Esto es normal cuando juega el Madrid, el Atlético o el Barça. O cuando hay una final importante, aunque sea entre el Zaragoza y el Benfica, ahí todos se vuelven solidarios y gritan "UYYY" con la vena en el cuello cuando los maños casi meten la pelota entre los palitos.

Estaría bueno que esto pasase en los veranos olímpicos. Imagínense entrando en un bar de Utrera, todos los parroquianos atentos al televisor que retransmite el lanzamiento de peso masculino. Intentas pedir un refresco y el camarero, sin mirarte, te chista para que esperes. De repente el atleta moldavo hace un lanzamiento que supera en 6 centímetros la distancia conseguida por el español. Un señor pega un manotazo en la mesa y todos alzan las manos, se las llevan a la cabeza, tiran el palillo con mala leche al suelo de serrín, se cagan en la puta madre del moldavo...

Hoy juega la selección española contra Ucrania, su debut en el mundial. Son como la Armada Invencible del fútbol, van decididos a ganar y siempre acaban vapuleados bastante pronto. Yo no entiendo de fútbol y los que me conocen saben que me jacto de ello, de que no sé qué es un fuera de juego ni por qué se pita un saque de esquina, pero lo que me demuestra la selección es que los que juegan bien son los de fuera. O sea, cualquier persona del mundo a la que le guste el fútbol, incluso en una tribu perdida de África, conoce el Real Madrid o el Barça. Y la liga española es seguida por todo el planeta, se incluyen los resultados en los espacios deportivos en miles de radios y televisiones. Si esos equipos españoles son conocidos y generan cientos de millones de euros es por los jugadores extranjeros. Por Ronaldinho, Beckham, Ronaldo, Zidane... Los que no están en nuestra selección. Por los que nos tiran siempre en octavos de final.

Miquel Masoliver es un jugador del Barça Sorli Discau de hockey sobre patines. El seleccionador español quería contar con él para el próximo europeo. Miquel le dijo que no iría, que él ya lo había ganado todo junto al equipo español y que prefería jugar exclusivamente con la selección catalana. Obvio el eco de la noticia, no sólo en lo deportivo. Ya saben que está de moda lo de las patrias ahora. Qué pereza...

La cosa es que ahora ya no tenemos deberes con España (aparte de Hacienda, claro). Quiero decir que desde que desapareció el servicio militar, los españoles ya no tenemos ninguna obligación para con nuestro país. Menos los deportistas. Miquel Masoliver, que es un jugador profesional, podía decir "No, miren, muchas gracias por pensar en mí, pero es que entreno todos los días como una mula y juego un partido semanal, así que encima no voy hacer doblete para ir a San Petersburgo a jugar con la selección". Además de las posibles implicaciones políticas que el hombre pudiera tener. Pues no, no se puede ser objetor de ninguna selección deportiva española. Sólo se puede alegar lesión severa o causa de fuerza mayor. Como no es el caso de Masoliver, y le podrían sancionar con una penalización de 2 a 5 años para jugar en su propio club u otro, el chico se ha echado atrás y parece que jugará con la selección.

Amigos deportistas: ¡INSUMISIÓN!

ps. ¿Qué hace Àngels Barceló presentando el fútbol? Y de pareja con Nico... ¿Por qué no mandan a Raquel Sánchez Silva a Alemania para preguntarles a los futbolistas a pie de campo quién les hace el estilismo?