29 agosto 2006

ESTOCOLMO EN VENA


Al oír que el hombre que la había tenido secuestrada ocho años se había suicidado, Natascha se echó a llorar.

Había estado casi 3000 días con un tipo que la mantenía retenida en un sótano cerca de Viena. Desayunaban, hacían las tareas del hogar, cocinaban, leían... Como una pareja de jubilados austriacos en Altea, vamos. Hasta tenían relaciones sexuales, consideradas como abusos por ahora por los investigadores aunque ella asegura que "siempre fueran voluntarias". Poca voluntad tendría la chiquilla en esas circunstancias...

Me imagino que los padres de la criatura estarán inmensamente felices con este desenlace. Él, panadero, había gastado todo lo que tenía (incluyendo el dinero obtenido por la venta de su casa) para contratar detectives que dieran con el paradero de su hija. La policía ha dicho después de ver el lugar donde se ocultaba la niña, que jamás la habrían podido encontrar. Me imagino que ante una situación como esta se pasa por muchos estadios para poder sobrellevar la desaparición inexplicada de un ser querido, más siendo tan joven e indefensa. Ese hombre habrá trabajado para pagar a los detectives y sentir que buscaba a su hija, que mientras él hacía lo posible por encontrarla ella seguiría viva. Que si se resignaba y la daba definitivamente por perdida, sería como poner una losa sobre la tumba de la niña.

Ahora Natascha ha aparecido. Después de que cobre, ella o quien sea, alguna de las cifras que se están barajando por ahí para la exclusiva (y que se haga algún telefilme donde incluyan al austriaco perro policía Rex) ¿qué va a ser de ella? Se ha pasado 8 años con un hombre que la separó de su familia y al que terminó aceptando y cogiendo cariño. En su frágil mente adolescente criada bajo el síndrome de Estocolmo, puede pensar que es la culpable de la muerte de su captor ya que se suicidó tras darse cuenta de que ella había escapado. "Él fue parte de mi vida y por ello lo siento en cierto sentido". No tiene amigas, no ha ido al campamento de verano, no le ha dado su primer beso Helmut el guapo de la fila de delante, no ha visto Shreck con sus primas en el centro comercial, no ha hecho un bizcocho para el cumpleaños de su madre... Pero en todo este tiempo que no ha hecho estas u otras posibles cosas, no ha estado hibernando, ha vivido otras tantas diferentes. ¿Peores? ¿Mejores? No lo sabemos ni nunca podremos valorarlo desde fuera. Ha sido su vida. Es su vida. Y ahora empieza una nueva etapa donde se va a ver de verdad la consecuencia del secuestro. Mientras ella vivía en esa casa no era un bicho raro, nadie le atosigaba con miles de preguntas escabrosas ni se disputaba sus derechos de imagen. Ahora es nuevamente la víctima. Quizá de todo esto es de lo que huyó el secuestrador.

De todo el asunto, me quedo refelexionando sobre lo caótico que tiene que ser para un individuo verse privado de libertad, cuando Natascha dice que es consciente de que no ha tenido una infancia y adolescencia normales, pero que no tiene la sensación de haberse perdido algo.

DE REFORMAS Y NOVEDADES

Aprovecho para ordenar y poner al día ligeramente los enlaces a otros lugares interesantes. El incansable Roberto Pérez Toledo (¿de dónde sacas el tiempo, tío?) abre una nueva sucursal que en principio era para hacer un Fotolog pero creo que ya se ha vuelto un blog paralelo al que os engancharéis sin duda.

Coincidiendo con el estreno de lo de Roberto, me encontré allí con otro Fotolog de Javier Fernández (qué cosas tiene esto de Internet...). Javier es un joven actor, guionista, director y mejor persona. Un inquieto creador que se ha propuesto repasar la vida y milagros de medio cine latinoamericano (je, je, me he leído todo el Fotolog...) entre otras cosas. Interesante. A ver si me paso un día y charlamos...

Bueno, esto forma parte de una remodelación estilístico-personal que no sé cómo puede acabar. Buscando nuevos rumbos para el próximo curso. Si Salsa Rosa es Dolce Vita quizá yo también necesite un remozado...

Espero que en unas semanas mis artículos se espacien, pero no por desgana, sino porque parece que llega la luz al final del túnel. ¡Larga vida a la utopía!