02 abril 2013

EL HOMBRE DE LOS MIL NOMBRES


Supongo que debería plantearme por qué prácticamente ya sólo entro para escribir necrológicas. Lo que nació como una ventana al mundo que aireara chascarrillos cotidianos, se ha convertido en un permanente obituario online. 

Por cada muerte que me hace sentarme a escribir, estoy seguro de que podría hablar de veinte nacimientos de padres que me inspiran confianza, pero no lo hago. Soy un anciano sentado en el único tocón de un páramo. Tengo sobre mis rodillas un destartalado contador de tantos de billar. Cada vez que vuelve de un nuevo encargo el de la guadaña (la muerte es un hombre, no se equivoquen por el lenguaje), le apunto el tanto y me quedo un rato charlando con él.

Me cuenta quién era la persona, qué hacía, de dónde era... A veces puede estar horas hablándome del individuo y otras sólo se para junto a mí, mira cómo corro la ficha por la barra y dice: "Fue".

Hoy me ha ha venido con uno de esos tantos que me hacen escribir aquí. Jesús Franco Manera. Jess Franco. El Tío Jess. 

Me paro ahí porque es el nombre que engloba los otros muchos que ha utilizado en su vida (¿algún día los conoceremos todos?). Depende de si escribía, dirigía o montaba. Si era una película de detectives en Chicago, rodada en Benidorm, o un porno alemán psicotrónico en vídeo. O para firmar una canción como compositor, trompetista, pianista... 

En esa cabeza cabían todos los personajes que había escrito para él o para otros; interpretado para él o para otros; y los qué el mismo fue, desdoblado en un listín de pseudónimos. Y hasta hace relativamente poco todos ellos han convivido bastante bien en esa cabeza que atesoraba la trastienda de la mal llamada industria del cine español, de esta turronería del celuloide.

Tuve la suerte de conocerle, conversar con él y escuchar embobado las historias que contaba. Siempre me asombró la falta de pudor en hablar de sus obras y de reconocer sus peculiaridades, chapuzas para unos, ADN de su trabajo a fin de cuentas. Lo que la define, lo que la hace especial frente a los cánones encorsetadores. 

En 2008 recibió un Goya de honor. Discutido y discutible, pero no por ello menos merecido. Le acompañó su fiel escudera, Lina Romay, de quien mi amigo ya se apuntó el tanto no hace ni catorce meses. Ella se adelantó a Jess y no sé cuánto tiene eso que ver con que esté yo hoy soltando estas líneas... 

Aquí él, custodiado por Lina, leía la placa de su Goya. Seguro que miraba cuál de todos sus nombres le habían puesto.




Jesús Franco
1930 - 2013