Como despedida de esta ciudad que me ha acogido los dos últimos meses, hoy he tenido la suerte de ver Marguerite. Suerte por varios motivos. Primero porque este montaje se estrenó mundialmente el pasado 20 de mayo y termina el próximo sábado 13. Segundo porque he podido ver a todo el reparto original. Tercero porque, sin haber ido a una de las miles de taquillas de descuento que hay por la ciudad, he conseguido una entrada por menos de una tercera parte de su precio habitual, casi por lo mismo que vale el cine aquí. Además era de quitar el hipo, podía verle la campanilla a todos los actores y no perderme nada de este elitista montaje.
Tenía dos principales razones para intentar ver esta obra. La principal es que está compuesto por el gran Michel Legrand, del que ya he hablado varias veces en este blog. Que mis incombustibles compañeros de Les Misérables / Miss Saigon / Martin Guerre estén detrás del libreto, me da un poco igual porque a mí me gusta Claude-Michel Shönberg componiendo, no escribiendo guiones. La otra razón que me empujaba era puro fetichismo "yo estuve ahí". Sabía que esta obra era de temporada limitada (no va a llegar finalmente a los 4 meses) y que es muy difícil que llegue a otros escenarios debido a las tibias críticas recibidas aquí y al sonoro fiasco del último montaje, The Pirate Queen, de la pareja billonaria francesa.
Ver a seis metros de distancia a mi admirada Ruthie Henshall durante dos horas y media, será inolvidable. Descubrir a ese "hombre 10" que es Julian Ovenden, un regalo. Mucho talento había arriba y debajo del escenario, interpretando esas notas del GENIO Legrand.