26 junio 2006

ME QUEDO CON JULIÁN LAGO


Prefiero pensar que todas estas personas son actores, a saber que existen ejemplares humanos de este calibre. Enciendo la tele y me encuentro una voz familiar. Está José Ángel Ponsoda en Antena 3 y yo sin enterarme. Este hombre me inquietaba las siestas de vez en cuando como cronista de sucesos en Canal 9. El pobre ha dado el salto a la televisión nacional gracias al seguramente peor programa de la de la delirante cadena de Lara Bosch.

En los diez minutos que he visto, una tipeja decía que su novio le era infiel porque un día le olió a perfume de mujer en sus genitales (!). Que todo empezó porque la gata merodeaba olisqueando. Pero lo peor es que cree que el perfume es el de su cuñada... Aberrante, tremebundo. Así es el programa cada día. Lo había visto alguna vez con la Senovilla, que me parece una chica maja. Me gustaba cuando estaba haciendo cotilleos y le entraba la risa y no podía seguir el programa al borde de mearse en directo. Este chico, el Ponsoda, ha venido a estrenarse para las masas con un formato chusco y muy mal realizado. Le pone seriedad al asunto, un rollo imparcial casi forense, pero lo que pasa al otro lado del sofá, cuando se sientan cornudos, padres incestuosos, yonkis de tapadillo... todo lo que se ve en el programa, es intelectualmente delictivo.

Desde aquel Confesiones del asmático Carnicero, empezó en TV el fenómeno del morbo bajo guión mal pagado y pésimamente interpretado por gente de la calle. El talk show se ha nutrido en España (como en casi todos los países) de personajes que cuentan (muy mal) historias inventadas (muy mal). El Mississippi, El Diario de Patricia, La Hora de la Verdad... abusan de la permisividad de las mentes de los espectadores y nos cuelan historias truculentas. Total, da igual, estamos curados de espanto: el cine, las páginas de sucesos, la crónica social... todo eso podría ser real, pero la mayoría de veces, no lo es. Salpicada entre tanta basura ficticia, de vez en cuando hay gente que no tiene vergüenza y se presta a ir a la tele para decir que quiero que mi mujer sea más sexy, Patricia, que desde que tuvo a las mellizas se abandonó y me ha engordao siete arrobas, lo menos.

Ya que estamos, yo preferiría que aquí también se hicieran shows como el de Jerry Springer con entretenidas tardes bajo los lemas (reales) Me casé con un caballo, Robaron los ojos de mi marido, Mi hija es una prostituta adolescente, Estoy en un extraño triángulo amoroso, Me acosté con 251 hombres en 10 horas, Mi novia es un chico, Maté a mi vecino, Mi hija se casó con mi marido, No puedo parar de tener citas con reclusos...

Tenemos la tele que nos merecemos. Tenemos la tele que queremos.