El otro día escuché por primera vez a Ana Laíns, gracias a mi amigo Shangay. Obviamente, la confundí de primeras con ese par de fadistas que todos conocemos por aquí. Escuchándola después detenidamente, me doy cuenta de que hay mar de sobra para tantos peces.
Esta mujer, a la que puede oírse en la reciente Amazing Grace de Boy George, es una grande. Pone su perfecta voz al servicio de grandes composiciones con una esmeradísima producción. Suena que arropa.
Escuchar su música me ha transportado inmediatamente a mi adolescencia de Madredeus, Rodrigo Leão y Dulce Pontes. No sé si es la saudade famosa, los mecanismos del fado o esa voz a veces dulce y a veces profunda, pero es increíble todo lo que puede pasar cuando se oyen sus canciones más íntimas, las que con apenas un piano y una mandolina, huyen de la música portuguesa más clásica para crear ambientes emocionales únicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario